Migrantes en la frontera norte y sur de México celebran la Navidad en medio de la incertidumbre y la nostalgia por estar lejos de casa y por no hallar en México un lugar donde puedan establecerse, pero tampoco tienen esperanza de llegar a Estados Unidos, tras las medidas migratorias de Donald Trump.
En la región fronteriza de Ciudad Juárez y El Paso, Texas, cientos de migrantes que permanecen en albergues o sin un lugar fijo para vivir pasan las fiestas decembrinas lejos de sus hogares, marcados por la incertidumbre migratoria, la falta de empleo y la separación familiar.
En Ciudad Juárez, albergues como el comedor Pan de Vida han comenzado a recibir nuevamente a migrantes que intentaron salir de estos espacios para rentar vivienda o buscar trabajo, pero que ante la falta de documentos y oportunidades laborales han regresado.
El fenómeno, dijo, incluye a personas que hace uno o dos años se encontraban en albergues y que hoy regresan tras ser deportadas desde Estados Unidos, “muchos buscan trabajo para estar en una casa rentada pero es casi imposible, no es tan fácil que les den trabajo” porque no cuentan con los documentos necesarios, lo que los obliga a permanecer en albergues o en la calle.
Entre quienes viven esta realidad está Lida Reyes, migrante hondureña que permanece en un albergue en Juárez con tres de sus hijos, mientras su madre y otros familiares se quedaron en su país.
Reyes explicó que su plan original era cruzar a Estados Unidos, pero no fue posible y recordó cómo celebraban la Navidad en Honduras. “Cenamos pollo y pierna de cerdo al horno y la diversión de los niños son los cohetes (pirotecnia)”.
Otra historia es la de María del Refugio Hernández Morales, migrante originaria de Torreón, madre soltera que llegó a la frontera con sus tres hijos y ahora pasa la Navidad en un albergue, “es muy difícil pasar la Navidad así, porque las familias siempre están unidas”.
Su objetivo, dijo, es permanecer en Ciudad Juárez y reunir dinero para rentar una vivienda, “mi mejor regalo sería tener una casa propia”, dijo.
En la frontera México-Guatemala, cientos de migrantes también enfrentan la Navidad y las fechas decembrinas en las calles, en albergues, o en las llamadas cuarterías, donde rentan cuartos, alejados de sus familias.
Pero a pesar de ello, intentan rescatar el espíritu navideño en un lugar donde se han quedado estancados desde hace un año, tras las nuevas políticas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
La Coordinadora del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), en Tapachula, América Pérez dijo que son fechas emotivas para las personas en movilidad, donde recuerdan a la familia, que están lejos de casa y han dejado su país de origen, a la espera de trámites, empleos e incluso viviendo en albergues y o en situación de calle.
La migrante de Honduras, Amin Sánchez Hernández, quien se encuentra en Tapachula, explicó que está triste porque no tiene a su familia cerca, solo un hijo que asiste a la escuela, y ella hace amistades en grupos de mujeres migrantes.
Mientras tanto, María Mercedes, también migrante hondureña y madre de un niño de tres años y de otro en brazos, expresó sentir tristeza y nostalgia al pasar estas fechas decembrinas junto a sus hijos y su pareja, reunidos con otras familias migrantes de distintos países en una cuartería, lejos de su hogar.
Carmen, migrante cubana, señaló que la Navidad es un momento especialmente difícil, en el que se intensifican las emociones y los sentimientos por la lejanía del hogar y de la familia, y que, si a ello se suma el maltrato en México, la situación “vulnera al migrante”.
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