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Durazo y Andrés Manuel: conjunciones y disyunciones

• Por Bulmaro Pacheco
 
En sus primeras etapas de vida política ambos fueron miembros del PRI. Andrés Manuel llegó a presidir el Comité Estatal en Tabasco, en 1987. Durazo sirvió a Luis Donaldo Colosio en el gabinete, en el CEN del PRI y en la campaña presidencial. Trabajó anteriormente con priistas destacados como Heriberto Galindo y Enrique Jackson.
Durazo (1954) es un año menor que AMLO (1953) y eso hace quizá que coincidan en ideas sobre el desarrollo político e ideológico de México, sobre todo su concepción del denostado neoliberalismo, para utilizarlo en sus estrategias de gobierno.
Ambos inauguraron sus sexenios negando avances y deplorando retrocesos experimentados en los últimos 36 años de gobiernos priistas y panistas. En el caso de López Obrador, desde De la Madrid (1982) a Peña Nieto (2018), y en el caso de Durazo desde Félix Valdés (1985) a Claudia Pavlovich (2021).
AMLO, de entrada y cuando apenas era presidente electo, canceló las obras del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, que ya llevaba un 15% de avance y cerca de 300 mil millones de inversión. Durazo, aun cuando de entrada denunció que lo habían dejado sin dinero, en las arcas estatales, no canceló obras en proceso. Asumió sin chistar el nombramiento de la Cónsul en Barcelona, tomó con desgano el nuevo hospital general en Hermosillo que ya llevaba un avance del 85%, canceló el nombre de Manlio Fabio Beltrones en el boulevard de San Carlos, y anunció una nueva ley orgánica de la Unison para anular la promovida por el ex gobernador en 1991, la llamada Ley 4.
Todo malo y nada bueno en esos seis períodos de gobierno, afirmaron ambos. Desde luego, el argumento siempre sonó —de inicio— más ideológico y de propaganda política que de una evaluación realista de los gobiernos. El tiempo les ha demostrado que no todo fue perdido, porque existen evidencias que los refutan.
La prueba más fehaciente la tiene López Obrador con las bondades de la relación comercial con Estados Unidos y Canadá que, si no se hubiera firmado el tratado en el gobierno de Carlos Salinas en 1993, otro gallo le cantaría a exportadores e importadores mexicanos, en una relación comercial que apenas rondaba los 44 mil millones de dólares en 1993 y que ahora alcanza la friolera de 820 mil.
Los organismos electorales creados en estos gobiernos evitaron los conflictos post electorales y llegaron hasta la anulación de una elección de gobernador en Tabasco (Manuel Andrade, 2000), tierra del presidente, y dos en el estado de Colima, hoy gobernado por Morena.
En el caso de Sonora fue Innegable el avance experimentado con la construcción y consolidación de la carretera de cuatro carriles que empezó y se terminó en el gobierno de Félix Valdés, con el tramo de 652 kilómetros desde estación Don a Nogales y que se consolidó en los siguientes gobiernos (486 de concreto y 166 de asfalto)
¿Cuánto mejoró la circulación estatal con esa carretera?, ¿Cuántas muertes por accidentes se han evitado?, ¿En cuánto contribuyó la carretera a la modernización de Sonora en los últimos años? La realidad ahí está y resulta muy difícil achacarle nulidad a la obra.
También ha sido innegable y no se puede ocultar la cobertura en educación superior y media superior impulsada desde el gobierno de Carlos Armando Biébrich, y continuada por los gobiernos subsecuentes hasta llegar a 30 municipios con educación superior.
Aun cuando pocos les regatean capacidad de liderazgo, ni López Obrador ni Durazo se ocuparon de formar cuadros políticos y administrativos en sus largas carreras políticas, tanto en capacidades técnicas como en formación política, como para llegar bien equipados a sus tareas de gobierno. Ambos regresaron al modelo de partido —que tanto criticaron— para integrar gobiernos y han tenido que echar mano de ex militantes arrepentidos de otros partidos para completar sus nóminas.
Han ido jalando para su causa a tradicionales opositores y a quienes han hecho de la actividad política un productivo negocio saltarín de varias bandas más que de capacidad ejecutiva, pero al llegar a Morena pareciese que se bañaron en el Ganges y se purificaron.
Los dos han experimentado con personal de diversos orígenes y han promovido cambios y renuncias de personajes que —se suponía— los iban a acompañar los seis años de sus gobiernos: Carlos Urzúa, Arturo Herrera, Jiménez Espriú, Germán Martínez, Irma Eréndira Sandoval, Jaime Cárdenas, etcétera, en el caso de López Obrador; Rodolfo Castro, Jesús Acuña, Olga Armida Grijalva, Edgar Sallard, Armando Villa, José Luis Jardines, Luis Carlos Santos, etcétera, en el caso de Durazo. Esto les ha demostrado a ambos que la realidad pública es más compleja de lo que imaginaron, cuando inauguraron sus gobiernos y que requerían algo más que simplemente cuotas o compañeros de partido.
Tanto Durazo como López Obrador tienen sus obras favoritas emblemáticas: AMLO: El Tren Maya, La Refinería de Dos Bocas y el Aeropuerto Felipe Ángeles con lo que AMLO le ha dado preferencia a la región sur sureste. Durazo: El puerto de Guaymas, la carretera Bavispe- Agua Prieta, la planta fotovoltaica de Puerto Peñasco, las vías del ferrocarril en Nogales y la Carretera Chihuahua-Sonora con una preferencia por el norte y una parte de la sierra, sobre el sur que sigue con sus tradicionales y agudos problemas y sin una sola obra relevante.
Tanto Durazo como López Obrador coinciden en no establecer diálogo y comunicación con las oposiciones. A López obrador esa omisión le ha costado la no aprobación de sus reformas constitucionales en energía eléctrica y electoral al no contar con mayorías calificadas en ambas cámaras. Él tacha de inútil el diálogo con los opositores arguyendo que sería como volver al tema de “los moches” y les pega todos los días.
Durazo desde el principio empezó a jalar a opositores en el Poder Legislativo para completar una cómoda mayoría que le significara la posibilidad de hacer reformas constitucionales. Primero, una diputada del PES local; después un inconforme diputado del PAN que pasó a formar bancada con el PES (Inexplicablemente sobre protegido este sexenio); luego vino el convencimiento sobre dos diputadas del PRI, que engrosaron la bancada de Morena y sus aliados; y finalmente, lo que quedaba de representación del PRD en el Congreso —Alma Higuera— se pasó a Morena para completarle al Ejecutivo 26 votos. Con esos, Durazo impulsó la reforma constitucional del gobierno de tres años y una nueva ley orgánica para la Universidad de Sonora. Del diálogo con las oposiciones locales, no ha manifestado opinión alguna.
Difieren en que AMLO todos los días descalifica a sus opositores acusándolos de conservadores y reaccionarios. Con eso, ha roto todas las formas del civismo que nos mantenían unidos vía el desprecio a quienes piensan diferente a él. Durazo ha guardado un prudente silencio con relación a sus adversarios, aunque ha trabajado para desarticularles la representación en el Congreso y en los ayuntamientos
AMLO se aplicó con algunos gobernadores, como los de Sonora, Campeche, Sinaloa y Quintana Roo, a quienes recompensó con cargos diplomáticos sin pudor ni rubor. En Sonora la operación se ha dado con ayuntamientos que se han pasado a Morena: Los tres de Redes Sociales Progresistas (Bácum, Sáric y Quiriego), Banámichi de MC, así como Rayón, San Miguel de Horcasitas y Bacerác (del PRI).
Tanto López Obrador como Durazo tienen varios pendientes: ¿que entienden por transformación? Les falta más eficacia en materia de seguridad y profundizar en materia de educación y salud, los grandes igualadores sociales.
Ni en lo nacional ni en lo local le han encontrado la cuadratura al círculo a la crisis de la Salud, desde la eliminación del Seguro Popular, el fracaso del Insabi y la nueva estrategia de recargarle todo al IMSS.
En lo educativo, López Obrador trae su propio proyecto con las llamadas universidades Benito Juárez creadas sin coordinación con los órganos de planeación de los Estados y hasta ahora no se ven.
En Sonora, el sistema educativo y cultural luce descoordinado y sin plan. A Durazo no se le conoce una iniciativa educativa que busque innovar y responder a las nuevas necesidades estatales—sobre todo en media superior y superior— que detenga el retroceso.
En materia de salud el estado todavía experimenta enredos de cobertura y con muchas insuficiencias, endosándole todo el paquete al IMSS, que ya no halla la puerta con una demanda excesiva sin crecimiento en su infraestructura. Conjunciones y disyunciones de un proyecto común ante una realidad áspera, compleja e incierta.


• Presidente de la Fundación Colosio. Correo: bulmarop@gmail.com


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